sábado, 12 de septiembre de 2009

Capitulo 2. - El llamado del destino.

Anyelis me tomó del brazo con fuerza, no me dejo caminar por un segundo, era bastante fuerte para ser una chica y maga.

- Espera.

Sus ojos estaban en blanco, parecia estar en trance o algo asi. me asusté. Nunca vi algo como eso antes...

De repente sus ojos eran normales de nuevo, como al disiparse las nubes en el cielo.

- Maldición, vienen en camino, debemos desviarnos.

- Pero que pasa? adonde me llevas?

Increíble pero cierto, me llevaba con suma facilidad, parecia falso que esa elfa tan pequeña tuviera tal fuerza.

- Vamos al bosque de Myil, conozco un lugar donde podemos escondernos.

- Pero escondernos de que? que pasa? exijo saber que pasa en este momento!

Se detuvo para tomar aire y explicó:

- El ejercito Ignita ha hecho una alianza temporal con Alsirios, han entrado en el reino. Raeraia esta siendo destruida, Fisgael sera la siguente, muchos morirán, debemos escondernos no podemos hacer nada.

No sabia que decir, si era cierto yo tendría que estar peleando ahora.

- Tengo que hacer algo! no puedo esconderme, jure defender a mi reino.

- Muerto no sirves niño- de nuevo esa dulzura en su voz- tenemos que vivir, ya podremos devolverles algo de daño en su propio juego. solo tenemos que esperar un poco... vamos sigueme.

No tenia opción, le elfa tenía razon. asi que la seguí hasta un claro en el bosque. ya se escuchaban los tambores de guerra, el ejercito avanzaba hacia Fisgael, muy cerca... peligrosamente cerca.

- Tranquilo, nos ocultaremos aqui- dijo, señalando una especie de trinchera cubierta con un tronco a modo de puente - Nadie nos verá mientras no queramos ser vistos.

Era cierto, resultaba dificil asomarse, de hacerlo algun enemigo sería facil para mi ponerle una flecha entre los ojos.

Luego de un rato largo escuchamos pasos, muchos pasos. y un grito...

- NO POR FAVOR, SE LOS SUPLICO! NO ME HAGAN NADA AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGG

Se escuchaba un lenguaje extraño para mi, no entendia nada de lo que decian pero parecian estar disfrutando los gritos de esa pobre campesina. no lo soporté, debia hacer algo. Asi que sali de mi escondite.

Eran tres ignitas, un arquero y dos guerreros, de repente senti algo extraño, como si tuviera mas fuerzas de la nada, giré mi vista y estaba Anyelis atras de mi.

- Haz lo que tengas que hacer pequeño, yo te cubro.

Mi mente y mi cuerpo se hicieron mas ágiles por arte de magia, obra de su magia. Tensé mi arco cuanto pude apuntando al cuello del bárbaro, un elfo oscuro. fue fácil. pero la sagre que salia de su yugular despedazada alertó a sus compañeros que cuidaron sus defensas. el caballero seria imposible de matar, asi que elegi al arquero como blanco, pero no fue para nada facil, eran soldados mucho mas experimantados que yo, en cuestion de segundos estaba noqueado en el suelo.

- Anyelis... - murmuré.

Volteé a verla, sus ojos brillaban, parecian dos brasas del mismísimo infierno, esa mujer era un misterio, y definitivamente era peligrosa.

De la nada aperecio un demonio enorme, mas grande que cualquier zarkit que yo hubiera visto antes, y se situó a su lado. los ignitas la miraron, El de escudo sonrió.

le dijo algo en esa lengua ininteligible al arquero y rieron los dos, Anyelis les respondio... entonces no rieron mas.

El caballero corrió a tratar de atacarla, pero ella fue mas rapida, lo esquivó y se acerco al arquero, de repente algo extraño, la hierba a los pies de la elfa comenzó a secarse, era como si el tiempo se adelantara muy rapido. los ignitas parecian estar congelados, no podian moverse... pero algo claro era el terror en sus miradas.

- Mátalos- ordenó al demonio.

- Zi, Zeñora. - su voz era temible, sin duda. No habia nada gracioso en su pronunciación.

El demonio tomó al caballero por su yelmo, le dió un ágil giro en el aire, pude escuchar como se quebraba su cuello, luego lo estampó contra un arbol, y pude escuchar como se rompia cada una de sus costillas, lo golpeó brutalmente hasta que salia sangre por cada agujero del ignita...

El arquero se liberó del control, y trato de correr, pero una hiedra espinosa creció bajo sus pies impidiendole moverse.

- Te falta uno.

El demonio obedeció al instante, tomo al arquero de un brazo y mordió su cuello, no pude mirar mas, pero escuché como se bebia su sangre...

Cuando tuve valor de volver a mirar el demonio ya no estaba. los ignitas estaban tirados y la aldeana estaba arrodillada junto a Anyelis.

- Gracias señora, muchas gracias! le debo mi vida! esos brutos ignitas querian matarme. - la anciana lloraba.

- Matarte es poco maita, te hubieran hecho cosas mucho peores, debes ocultarte, busca un buen lugar y escondete. regresa a casa al anochecer, todo estará bien.

- Oh muchas gracias señora, es usted un ángel.

Miré a los ignitas despedazados, no entendiá como podia decir eso, esto era obra de un ser despiadado, nisiquiera en los mas crueles campos de batalla había visto algo como esto.

- Eso es porque no has visto una batalla de verdad, niño.

- Genial, ahora me lees la mente?

- Soy vidente, no se que esperabas. debemos movernos un poco al este, hay algo que debemos ver, pero no puedes intervenir.

- Algo como que?

- Calla, iras entendiendo de a poco.

La seguí por un tramo largo, hasta que me señalo el tronco de un arbol.

- Nos esconderemos aca.

- Sabes mucho de escondites para ser una conju, pareces caza...

- Calla, ya vienen.

- Quien viene?

Me asomé solo un poco y pude verlo, era la reina de los ignitas en persona, de inmediato pensé en matarla, pero Anyelis me sujetó con fuerza.

- Tranquilo pequeño, no mataras a nadie más hoy. algo debe pasar aqui y no podemos intervenir.

La miré desconfiado, pensé que podria correr pero me di cuenta de que sería mi fin, había por lo menos 40 ignitas allí.

- Anyelis, no veo ningun alsirio.

- En fisgael, ellos solo vienen a destruir, hay un plan atras de todo esto, presta atencion y veras de que te hablo.

La reina hablaba con sus súbditos, quienes parecian nerviosos, al parecer esperaban algo y estaban aterrados.

- Tienen miedo, saben que la mitad al menos va a morir aqui mismo antes de tomar lo que vienen a buscar.

- Las gemas...

- No Belnazzar, vienen a llevarse algo mucho mas valioso que una roca, venen a llevarse a el Maldito Lobo.

- De que hablas mujer!? Lobo está muerto.

- Maldita sea baja la voz.

- No estoy entendiendo nada, Anyelis.

- No me hagas tener que silenciarte, niño.

Sabía que era capaz de eso, asi que guardé silencio... de pronto escuché pasos, alguen venía hacia aca, huía, al parecer no sabia lo que le esperaba. Quise advertirle, pero una mano invisible sujetó mi boca y no me pude mover, al girarme vi que Anyelis me observaba fijamente. estaba controlando mi voluntad, no habia nada que pudiera hacer.

Al verlo no lo creía, habia escuchado rumores, pero eran imposibles todos, aquel llamado el Maldito no podia estar vivo... pero ahi estaba, rodeado por ignitas, no parecia tener la menor oportunidad de escapatoria y mucho menos de victoria...

Observó a los ignitas un par de segundos, estudiándolos, tenía el aspecto de un salvaje, parecía mas un animal que un hombre, ahora entendía el miedo de los ignitas. este guerrero era el diablo en persona.

Atacó sin previo aviso, un tirador apareció de la nada, era un soldado élite, Albus Camus.

Resistieron, al menos la mitad de los ignitas cayó, los destrozos que hizo el demonio de Anyelis no eran nada comparados a los que hacía Lobo, trozos de cuerpos regados por doquier, visceras, ojos.... todo era un desastre, una carnicería terrible.

Pero al final, cayeron. aquel llamado el maldito fue llevado en una jaula, no pude ver nada mas, Anyelis me sujetaba con su magia.

- Será llevado a ignis, allá va a comenzar a forjar una nueva historia para estas tierras, por ahora no hay nada mas que hacer al respecto, debemos esperar.

- Esperar? pero yo tenía que ir a Raeraia.

- Raeraia no existe ya, puedes tirar esa carta, nunca la vas a entregar. Pronto, muy pronto tus lideres morirán y seras libre para elegir. De momento debemos esperar, tenemos muchas cosas por hacer contigo.

Nos quedamos junto al árbol, poco a poco el ruido de batalla fue enmudeciendo, al terminar el día no se escuchaba ya nada. la batalla había terminado...

No hay comentarios: